GRACIAS

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A todos los que visitan Mi Rincón, me dejáis vuestros comentarios: ¡¡Gracias!!. No suelo contestar a vuestros comentarios en las entradas, así que quede aquí mi gratitud.

domingo, 12 de enero de 2014

Epístola III

Estimada Sor Lucía:

Esperamos que al recibo de ésta se encuentre bien de salud. Nosotros bien, Gracias a Dios.

Madre, hemos recibido su carta en la que me informa de la muerte de mi tía Dolores. Hace tres años que no nos escribíamos. En su última carta me contaba que se encontraba bien, nunca pensé que su fin estuviera tan cerca.

Ahora mismo no sé siquiera qué puedo decir. ¿Cómo podré perdonarme el olvido? En mi familia han pasado cosas graves en estos últimos tres años y por ello, quizá, aunque suena a excusa imperdonable, dejé de asistir a mi tía, aunque fuera con las cartas, de visitas ya ni hablemos.

A veces la vida te va guiando sin tan siquiera ser tú dueño de tus propios pasos. Nos ha pasado un poco eso, Madre, nos hemos ido dejando guiar y hemos ido dejando atrás cuestiones importantes. Lo siento, lo siento de veras.

Ahora vienen a mi cabeza recuerdos infantiles de mi tía. La tenía idealizada de pequeña, tan guapa, tan verdes sus ojos, tan limpia su sonrisa, tanta bondad en su corazón. 

Y como la abandonamos, ya sé Madre que vosotras la habéis cuidado como si fueráis de su familia, pero nosotros la abandonamos, así de cruel se me presenta ahora.

Lo siento tanto Madre, si pudiéramos volver atrás ¿verdad? pero eso es imposible. 

Sólo decirle que nos haremos cargo de todos los gastos del sepelio, y que me alegro de que hayáis podido enterrarla junto a su hermana, a la que tanto quería.

No puedo decirle nada más, Madre, que lo siento mucho y que llevaré este pesar mientras viva.



Epístola I

Epístola II

sábado, 4 de enero de 2014

Tripitir

-Tengo que  comprar detergente- pensaba mientras iba llenando la lavadora con la ropa de color.
-Tengo que comprar detergente- se decía para sí misma mientras echaba el suavizante en el cajetín correspondiente.
-Tengo que comprar detergente- le dijo al hijo, esta vez con voz alta y clara, en un intento de exorcisar su mala memoria.

Para ella que sólo lo había dicho una vez y su hijo en cambio se preguntaba por qué mamá repite las mismas cosas tres veces.