GRACIAS

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A todos los que visitan Mi Rincón, me dejáis vuestros comentarios: ¡¡Gracias!!. No suelo contestar a vuestros comentarios en las entradas, así que quede aquí mi gratitud.

jueves, 27 de mayo de 2010

Diluvio


Una mañana se hizo de noche de repente. Un cielo de color plomizo se instaló sobre el lugar. Llovió durante días. El agua fue subiendo de nivel, arrasándolo todo. Una maldición de culebras y sapos se cernía sobre sus cabezas. Un mar de agua dulce caído del cielo. Un cielo opaco y triste que no consentía que asomara el sol. De nada servían las oraciones, ni los ruegos del brujo  de la colina, al que acudían los lugareños para que ejerciera sus poderes. Al décimo día escampó. Y las aguas fueron bajando, dejando paso al lodo pestilente y atroz. 

Cuando terminó el llanto que caía del cielo, los supervivientes comenzaron su tarea de enterrar muertos. Los columbarios repletos de escamas de peces de colores que habían subido con las aguas. Ni rastro de los jarrones con flores que mantenían frescas los familiares de los muertos. Se preguntaban el porqué de todo aquello. No podían imaginar que sólo era para que alguien, como tú, lo leyera.

jueves, 20 de mayo de 2010

Nostalgia

El viaje siempre lo hacíamos en verano. Cuando llegaba Agosto, nos mudábamos del calor de Sevilla al otro calor. El tren resultaba siempre una aventura. Para nosotros, que éramos pequeños, todo podía llegar a ser fantástico. Recuerdo por ejemplo, que esperábamos con expectación el gran toro de Osborne asomarse por la ventanilla, y eso era más emocionante que el resto de las horas viendo paisaje, los ocres de Andalucía, los riscos de Despeñaperros, los túneles...

La llegada al pueblo era maravillosa. Ya antes de llegar a la casa de mi tía-abuela, nos habían saludado por la calle. Las gentes del pueblo nos conocían de los otros años y se mostraban tan cariñosos como si de alguien de su familia se tratara. "¡Pero qué grande están los chicos!", exclamaban. A mi verdaderamente me sobraba el plural, porque el grande era mi hermano, yo siempre pequé de chiquitita.

Y por fín la plaza, los soportales, el Corral de Comedias, todos los recuerdos de otros años se volvían a plasmar en mi retina infantil. Y volvían los olores a mosto, a pan, a las migas, olía, sentía en mi piel, me zambullía en su luz, por fin Almagro.

Y la casa. Un gran patio de piedrecitas. Algunos vecinos. Una tienda que olía a gloria. Por la tarde nos sentábamos en el patio. Y yo me quedaba embobada escuchando los recuerdos de mi madre. Las anécdotas, el repaso, en el buen sentido, a los familiares, se solían repetir año tras año, pero no me importaba, siempre escuchaba con toda la atención, por un momento yo formaba parte del pasado, de la infancia de mi madre, podía viajar en el tiempo a través de ella.

Los días iban pasando tranquilos, larguísimos. La infancia alarga las horas. Cada día podían ser como dos o tres de ahora. Días completos en un sólo día completo, parenteseados por las horas de las comidas.

Al fin llegaba el momento de visitar a mi tía Nieves. Ella vivía con su marido y sus hijos en el campo. Cerca de Almagro, un pueblo pequeñito que se llama Bolaños. El campo lo cultivaba la familia. Todos trabajaban la tierra. Y nosotros, mi hermano y yo, también. Nos decían como teníamos que recoger las patatas y nos embarrábamos con gusto con el agua que servía para regar.

La única niña era yo, y me mimaban. Me paseaban en el trillo, y yo me sentía feliz. Descubrí la dureza del campo en las manos de mis primos que aún siendo de niños como nosotros ya calleaban. Detrás de la dulzura inmensa con la que acariciaban mi cara había aspereza de piel, manos endurecidas por el trabajo y yo me sentía, quizá insensatamente, un poquito privilegiada por ser de ciudad. No olvidaré nunca aquellas manos y aquellos hombres, ni los ojos verdes de mi tía.

-¡No vale tirar piedras!- No creía que fuera justo. Nos teníamos que encontrar sin trampas. Buceando por las hojas, rastreando, afinando bien el oído, hasta la respiración se podía oir con un poco de atención. Los maizales nos subían en altura, y era el sitio perfecto para escondernos. Una isla verde y ocre en el campo donde desaparecer.

El calor mesetario, la chicharra, la tierra...

jueves, 13 de mayo de 2010

Limonada


Inevitablemete el invierno se iba instalando y casi  sin permiso. Había estado lloviendo todo el día, y empezaba a hacer algo de frío. La lluvia que limpia las calles, los tejados, los toldos olvidados, también va limpiando y arrastrando las ganas al sumidero de la pereza. Elena se había instalado en el sofá, cobijándose con placer en su mantita de lana, buscando el calor que le proporcionaba. Sin querer se quedó dormida. Soñó con su infancia. Soñó con su abuelo, alto, rubio, cariñoso. Soñó con su pueblo, lo vió con total claridad, allí arriba, sobre la montaña, blanco, luminoso. El monte.. y olió en sus sueños la jara, el romero, la lavanda, aromas que nunca podría olvidar y que asociaba siempre a su niñez. Saboreó el refresco, de zumo de limones y muchísima azúcar, que su abuelo le preparaba para saciar su sed infantil. El tintineo de la cucharilla chocando con el cristal del vaso la despertó.

jueves, 6 de mayo de 2010

Shock

Cuando despertó habían pasado 17 días.
Había adelgazado  5 kilos.
En su pelo asomaba una raíz blanca de varios centímetros.
Se le habían secado las lágrimas.
Su corazón no soportaba más dolor y empezó a enfermar.

Cuando despertó, comprendió que no había sido un mal sueño.

La cruda realidad estaba ahí, golpeándole el alma a cada segundo. Había despertado y ya  no quedaban paños calientes.

Una noche de fiesta, una disputa a las puertas de la discoteca, un navajazo certero directo al corazón.

domingo, 2 de mayo de 2010

sábado, 1 de mayo de 2010

Cita a ciegas (Epílogo)

No hay Epílogo, sorry. No tengo ni idea qué pasó con los protagonistas, no los volví a ver. Si algún día me los encuentro entre mis pobres y cansadas neuronas podré contaros algo.

Me he divertido muchísimo con esta entrada en tres capítulos, con sus pausas. Soy consciente de que no es de una calidad literaria para tirar cohetes, pero "ni falta que me importa". Me lo pasé genial.

Pero si me divertí (saltándome TOOOODAS mis normas) escribiendo esta semana esta pamplina, más me he divertido con vuestros comentarios. Ese club de fans rogando continuación, ha sido genial!!!

Especial mención a Pitufina (mi hija) a la que aguanté estoicamente, persiguiéndome por la casa para que le adelantara algo más de la historieta.

Bienvenidos a los nuevos. Gracias a los que me hacéis reir con vuestros comentarios. Gracias a todos.







(continuará)


que no que es bromaaaaaaaaa