GRACIAS

GRACIAS
A todos los que visitan Mi Rincón, me dejáis vuestros comentarios: ¡¡Gracias!!. No suelo contestar a vuestros comentarios en las entradas, así que quede aquí mi gratitud.

martes, 22 de marzo de 2011

Debería aprender a olvidarte.Olvidar tu risa, tu pelo y tus manos.Olvidar tus besos, tu mirada.Debería, pero no quiero.Si te olvido ¿qué me queda?. Tu recuerdo es lo único que tengo.

jueves, 17 de marzo de 2011

Juego peligroso


Isabel tenía recuerdos alegres de su infancia. Había sido, podríamos decir, que una niña feliz. Su familia sin ser rica, no había pasado penurias, y ella se había criado en un ambiente sano, confortable y cómodo.

Fue al cumplir, más o menos, los quince años, cuando todo empezó a cambiar. Sus padres, a los que siempre había visto unidos, amándose como si el tiempo no castrara al amor, empezaron a comportarse distinto y distantes entre sí.

Isabel, ya de mayor y por mucho que rebobinara su vida,  no alcanzaba a comprender el porqué de ese cambio y de vez en cuando, arropada por la intimidad de la cocina, mientras ayudaba a su madre a preparar comidas, sacaba a relucir su duda.

Su madre nunca había pensado revivir toda esa historia. El tiempo había pasado y casi no se acordaba ya de ella. Consuelo, una mujer casi anciana, se sentaba ahora frente a su hija, que le suplicaba con la mirada que le contara, que -mamá, por favor, necesito saberlo todo- Consuelo no sabía mentir, quizá ocultar verdades, pero mentir no.
-Hija, de eso hace ya mucho tiempo- le decía con la resignación de la que sabe que más tarde o temprano tendría que hablar.
-Bien, mi vida. Hace mucho tiempo, aún siendo tú todavía una niña, tu padre, que en paz descanse y yo, teníamos un juego. Todo inocente, créeme.

El juego consistía en sorprendernos con algo que los dos estábamos seguro que dejaría al otro perplejo. Tu padre por ejemplo, se presentó un 26 de septiembre con un pavo, vestido de Papá Noel, y simulando que era Navidad. Una locura, pero él tenía esas locuras maravillosas.

Yo también le sorprendía. En cierta ocasión, quise ser muy original, impactante. Era joven y atrevida. No se me ocurrió otra cosa que decirle que tú no eras hija suya. Todo era parte del juego, pero él no lo entendió así. No sé por qué, pero aquella broma pactada lo llenó de tristeza y rencor. Desde entonces, ya no fue lo mismo. Empezamos a distanciarnos. Nos amábamos mucho, pero ya nunca fue como antes. Una tontería que se nos escapó de las manos-.

martes, 15 de marzo de 2011