Cuando despertó habían pasado 17 días.
Había adelgazado 5 kilos.
En su pelo asomaba una raíz blanca de varios centímetros.
Se le habían secado las lágrimas.
Su corazón no soportaba más dolor y empezó a enfermar.
Cuando despertó, comprendió que no había sido un mal sueño.
La cruda realidad estaba ahí, golpeándole el alma a cada segundo. Había despertado y ya no quedaban paños calientes.
Una noche de fiesta, una disputa a las puertas de la discoteca, un navajazo certero directo al corazón.